30 de enero de 2009

Velázquez por Sevilla pide un estudio «más riguroso» sobre la Torre Pelli

La asociación de patrimonio Velázquez por Sevilla solicitó ayer al Ayuntamiento hispalense un estudio «más riguroso» sobre el impacto paisajístico que podría suponer el proyecto de la Torre Cajasol del arquitecto César Pelli, así como sobre las medidas «que impedirán la saturación de la movilidad». En declaraciones a Europa Press, el presidente de la plataforma, José Andrés Vicente, señaló que el dinamismo de Sevilla «ha de cimentarse en la preservación de su patrimonio y su identidad», y señaló que desde la asociación «ambicionamos proyectos del siglo XXI, siempre que no atenten a esos valores». Por ello, consideró que erigir un rascacielos «no es `per se¿ un síntoma de modernidad, sino que lo será si el proyecto es singular y se adecua a un modelo de ciudad planificado estratégicamente y compartido por el mayor número de fuerzas sociales posible». «Rascacielos ya existen en muchos lugares del mundo desde hace décadas, por lo que nada aporta a Sevilla repetir fórmulas conocidas», mantuvo Vicente, quien aseguró que desde la asociación «comparten» la preocupación de diversos sectores de la ciudad, pero «sin alarmismos».

10 de enero de 2009

Arquitectura para una Sevilla de los no lugares


Ni Sevilla es una metrópolis, ni necesita serlo para asegurar la calidad de vida de sus ciudadanos.
x La Yesca

La nueva biblioteca universitaria del Prado, de la arquitecta Zaha Hadid, el proyecto Metropol Parasol para la Plaza de la Encarnación de Mayer o la Torre Cajasol, de César Pelli, son sólo algunos ejemplos de arquitectura escaparate, en demasiadas ocasiones alejada de los intereses ciudadanos.

Tradicionalmente, las grandes empresas multinacionales han utilizado sus edificios-sede para proyectar una imagen de modernidad y poder, un instrumento de comunicación empresarial de la ideología del éxito y el progreso al margen del debate sobre los modelos de ciudad, la habitabilidad o las necesidades en materia de infraestructura y equipamiento de los barrios en los que se insertan. A partir del surgimiento de algunas ideas como la ciudad descentralizada, donde las periferias comienzan a adquirir cierta relevancia frente a los centros urbanos, los procesos de especulación urbanística y sus consecuencias directas sobre la población, el peso que socialmente adquiere el discurso medioambiental como argumento con el que luchar contra estos grandes edificios proyectados -y construidos- que comienzan a ser cuestionados por el gasto energético insostenible necesario para su mantenimiento (iluminación artificial, ventilación…), los altos costes de estas construcciones (no sólo se paga la firma del arquitecto de moda, a esto se suman las dificultades que surgen respecto a soluciones técnicas y estructurales en estas piezas de diseño; véanse los problemas surgidos en las «setas» de Jürgen Mayer), la falta de integración de los edificios en el territorio, el impacto en el paisaje urbano así como la progresiva homogeneización de los espacios con la consiguiente pérdida del valor patrimonial e identitario, cada vez son más las voces en contra que exigen una arquitectura a escala humana.

«Ni Sevilla es una metrópolis, ni necesita serlo para asegurar la calidad de vida de sus ciudadanos y, sobre todo, no precisa de impactos tan profundos para competir y situarse entre las ciudades más innovadoras y creativas». Con esta rotundidad se posicionaba el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios Histórico-Artísticos (ICOMOS), organismo asesor de la UNESCO, en su último informe con motivo de la construcción de la torre de Pelli en Sevilla. Sin embargo, junto con ICOMOS, muchos otros colectivos locales se han manifestado en contra del proyecto, tales como Ecologistas en Acción, la Asociación para la Defensa del Patrimonio de Andalucía (Adepa), la Plataforma ciudadana contra la Torre Pelli o la Asociación de Profesores para la Difusión y Protección del Patrimonio Histórico “Ben Baso”, quienes consideran preocupante el impacto de la torre en el paisaje urbano de Sevilla, cerca del río y del casco histórico, agravándose con su construcción, además, los problemas de tráfico de la zona.

Aunque la primera piedra del proyecto se pusiera en julio de 2007, los antecedentes del proyecto podemos encontrarlos un año antes, en 2006, con la aprobación del PGOU de Sevilla, que por primera vez admite esta tipología -rascacielos- para una ciudad que, hasta ahora, había competido desde otros frentes en el mercado global. Pero las imágenes parecen ser caducas y poco a poco con la llegada de empresas multinacionales a Andalucía, y venciendo el conservadurismo que ha caracterizado las intervenciones en el territorio, ya son dos los rascacielos en proceso de ejecución en la ciudad (Torre Sevilla, en Bellavista, y la de Cajasol).

La inversión, de más de 300 millones de euros, no es un problema para la caja de ahorros, que ya ha manifestado que la crisis no va a frenar el proyecto. El Presidente de Cajasol, Antonio Pulido, ha declarado que la torre estará lista a principios de 2012 al tratarse de un objetivo prioritario para la entidad, que no sólo verá cómo se levanta en el cielo de Sevilla el monumento al desarrollo económico y especulativo, sino que además será una inversión rentable al existir una demanda para ocupar el 70% de la torre por parte de más de cien empresas interesadas en el edificio que tendrán que competir duramente por hacerse un hueco, ya que Cajasol ocupará dos tercios del mismo.

No es de extrañar, por tanto, que el arquitecto elegido para el diseño de la torre, César Pelli, haya sido el arquitecto de las que hasta el año 2003 fueron las torres más altas del mundo, las Petronas, y sede de la empresa petrolífera del mismo nombre y de Microsoft en Malasia. Lo que resulta curioso es que existe otro arquitecto argentino, hermano de este, que lleva más de treinta años trabajando en Latinoamérica para que los habitantes participen y tengan capacidad de decisión real en los procesos de construcción social del hábitat y sean considerados como un pilar sobre el que articular las políticas habitacionales. Es Víctor Pelli, un arquitecto ajeno a la arquitectura espectáculo de los grandes estudios como el de su hermano -César Pelli & Associates Architects, en Nueva York- y un gran desconocido pese a la manera en que concibe y practica la arquitectura.

Pero volviendo al tema que nos ocupa, en una ciudad donde el acceso a la vivienda resulta más que complicado, donde la privatización de los espacios públicos está a la orden del día, Puerto Triana, con el apoyo del Ayuntamiento, se convertirá en una muestra más de espacio elitista coronado por la torre de oficinas de Cajasol, en el que será centro de actividades financieras y comerciales de Sevilla. Dice Marc Augé que los no lugares son espacios que no han existido nunca, no han formado parte de nuestra historia y, sin embargo, ahora se presentan como ubicaciones innegables de la modernidad. Espacios ajenos a las personas, anónimos en su condición de enclaves donde no hay posibilidad de encontrarse con otrxs. Una definición que encaja con estos ejemplos de urbanismo deshumanizado.

No se trata de una crítica reduccionista a la arquitectura de vanguardia, porque existen ejemplos que justifican la presencia de este tipo de arquitectura en los centros urbanos, situándose como una oportunidad de apertura de la ciudad a la contemporaneidad.

Lo que aquí se plantea es la carencia de la dimensión social de los proyectos que entran a formar parte del paisaje urbano de la ciudad y que van a determinar en gran medida la forma en que nos relacionamos con el territorio, los usos que van a definir los espacios y, con todo ello, el modelo de ciudad para Sevilla.