10 de febrero de 2009

Manifiesto elaborado por el compañero de Izquierda Socialista de Sevilla Curro Morilla y otros arquitectos y urbanistas sevillanos

Consideraciones en torno a la Torre Pelli (Torre Cajasol)

La ejecución de un gran edificio de 180 metros de altura en el espacio de la Cartuja, al que algunos llaman Torre Cajasol y otros Torre Pelli, ha desplegado argumentos diferentes en la ciudadanía sevillana.
Argumentos muy extendidos entre los que se manifiestan a favor de la Torre y su gran altura, así como algunos de los elegidos por el equipo de gobierno municipal de Sevilla y por Cajasol para justificarlo, son el que con su ejecución se va en la dirección de la “modernidad”, del “progreso”, de una nueva “imagen” para Sevilla,...
Ante la Torre y esos argumentos que la pretenden justificar es posible hacer las consideraciones que siguen

PRIMERA

Tales argumentos contienen una gran indefinición por desconocimiento de lo que en ellos ha venido aconteciendo desde sus orígenes. Pues aunque se habla de “modernidad” antes del siglo XVIII la que nos concierne es la “modernidad” del Proyecto Ilustrado en la que domina el optimismo hacia un futuro de coincidente desarrollo intelectual, económico, social y artístico. Pero la fractura entre “desarrollo” económico y realidad social levanta sucesivos discursos críticos en esa “modernidad”. Y ello ocurre: durante el siglo XIX y primeras décadas del XX en los discursos de la izquierda y la contrailustración, tras la II Guerra Mundial con el pesimismo existencial ante los hechos trágicos de la “modernidad” y en discursos contra la “racionalidad instrumental” de ésta, y después en discursos críticos sobre la vida cotidiana, la cultura de masas,..Ya en la etapa “post-moderna”, cuando la cultura es más plural, dinámica e incierta, se cuestiona la radical huída hacia el futuro de toda la anterior etapa “moderna”, pues la historia carece de teleología y se hacen más inciertos los fundamentos de grandes proyectos y discursos. Y las últimas fases complejas de la realidad han venido siendo interpretadas como: “modernidad reflexiva”(Giddens), “segunda modernidad”(Beck), “modernidad líquida”(Bauman), “hipermodernidad”( Aubert, Lipovesky),...existiendo conciencia de un caminar ya absolutamente impredecible al haberse desvanecido la certeza y control sobre los grandes procesos, así como crece la “preocupación ecológica” sobre el territorio y las ciudades. Tales análisis dan cuenta del continuo reajuste y cambio en los valores, en las ideas y en las prácticas cotidianas haciéndonos ver cuánto se han venido revisando el pensamiento y valores normativos de la primera “modernidad” y de la actitud ante el “desarrollo” y el “progreso”.
Y en el ámbito científico todavía a mediados del pasado siglo el discurso de algunas ciencias incidía a favor, o presuponía, el “desarrollo” y “crecimiento económico” mantenidos incrementando infraestructuras, ocupación de espacios, contaminación,..lo que entra hoy en conflicto con los discursos de la ecología, la geografía, la ordenación del territorio,..y también con importantes investigaciones científicas que en los últimos cuarenta años han hecho reconsiderar la incondicional actitud “moderna” por el “desarrollo” económico, al mostrar que tal “desarrollo” económico creciente ha llegado ya a afectar grandes porciones de territorio y del mar, alterando a grandes ecosistemas terrestres y marinos, y haciendo necesario velar por ellos. Ello ha supuesto otro cambio brusco de actitud frente a la anterior apuesta por los valores de la “modernidad”.
De ahí que hablar y pronunciarse en términos de “modernidad” y “progresismo” en éstos momentos es incurrir en una gran indefinición vacía de contenido, y si ello quiere ligarse con una hipotética izquierda es incurrir en una profunda falacia.

SEGUNDA

En el ámbito de la arquitectura nunca la gran altura de un edificio ha determinado su “modernidad”. Ninguno de los rascacielos de Nueva York pudo en su tiempo equipararse en “modernidad” con la Maison Tzara de Loos, con la Ville Savoie y la Ville en Garches de Le Corbusier, ni con otros muchos edificios. La construcción en gran altura está siempre ligada a una fuerte actividad económica en un suelo escaso generando fuerte presión edificatoria, y dónde no existía una anterior ciudad con valor patrimonial. Así comenzó a ocurrir durante las primeras décadas del pasado siglo en Nueva York, así ha ocurrido en algunas zonas de grandes ciudades con gran protagonismo financiero internacional, pero alejadas del núcleo patrimonial de esas ciudades, y así ocurre hoy en China con el feroz crecimiento y especulación concentrado en zonas donde nada había.
La gran altura ha llegado así a ser símbolo de “poder” económico aunque también represente a la “modernidad neoyorkina” de las primeras décadas del pasado siglo por ser la iniciadora. Y ha servido también como intento de emulación de ese “poder” económico tal como ha ocurrido en algunas ciudades y está ocurriendo hoy en China.
De ahí que la asociación de la gran altura con la “modernidad” y un pretendido “progresismo” no sea hoy más que continuidad e imitación de modelos anteriores y foráneos. La seducción ante la gran altura que muestran algunos es una apuesta por valores de hace cincuenta años hacia atrás, y muestra indicios de ser un presuntuoso intento de emular un “poder” económico exterior que se quiere presentar como un “acontecimiento cultural” ennoblecedor de Sevilla. Aunque lo que se consigue es un feroz aprovechamiento del suelo.

TERCERA

La Torre Cajasol y otras que puedan ejecutarse se ubicarían en un espacio geográfico cuya evolución urbanística es la peor para ello. Pues al oeste de Sevilla se sitúa el Guadalquivir y más hacia el oeste se sitúa la Cornisa del Aljarafe. El río con sus crecidas determinó durante siglos la suerte de los espacios de la vega hasta que se realizó la desviación por la Cartuja, y es una barrera natural para el gran tráfico rodado que se ha generado hacia Sevilla al canalizar ese tráfico por limitados pasos. Y la Cornisa del Aljarafe supone otra barrera para el paso de tráfico rodado, aunque menor que la del río.
Y aún con esas limitaciones geográficas fue surgiendo después de la EXPO92 un crecimiento urbanístico incontrolado que generó: asentamientos residenciales en Santiponce, Camas, Coria, Gelves y después en Guillena, las Pajanosas,..una gran concentración de terciario desde la Pañoleta hacia el sur y la enorme acumulación residencial en la primera y segunda corona del Aljarafe. Y ello ha determinado la saturación y colapsamiento de los pasos por el río y la Cornisa, y de la SE-30 por la vega.
Y ante ese problema se han propuesto medidas: el incremento del transporte público frente al uso del vehículo privado, la línea METRO 1, e incluso nuevos pasos por el río y otras medidas. Pero esas medidas pueden atenuar el problema pero no invertirlo hasta su casi desaparición. Pues esa zona oeste sufrirá irreversiblemente en una cuantía suficiente ese problema derivado de sus circunstancias geográficas y crecimiento urbanístico caótico que la han conformado así.
Es por ello que la decisión de ejecutar en la Cartuja una Torre que albergará una enorme concentración puntual de actividades y servicios supone generar en torno a ella una enorme concentración de desplazamientos individuales(generados/atraídos), que mayoritariamente irán en vehículo individual, y que será junto a una de las esenciales vías de paso por el río que es la más colapsada de toda el Área Metropolitana por el alto tráfico desde el Aljarafe a Sevilla.
Así con las medidas antes citadas la atenuación del problema sería menor que el incremento brutal en desplazamientos generados/atraídos que una edificabilidad tan alta como la de esa Torre y otras generará en la estructura urbana actual del Ámbito Central de Sevilla(Centro Histórico, la Cartuja, Triana, los Remedios y Nervión).

Y ello es ir contra todas las soluciones que el PLAN DE TRANSPORTE METROPOLITANO DEL ÁREA DE SEVILLA propone para la zona oeste. Pues éste PLAN, aprobado por la Consejería de Obras Públicas y Transportes, en el Capítulo 2, apartado 2.3 Diagnóstico del sistema de transporte del Área de Sevilla actual y futuro, en la pág. 26 diagnostica:

1) “la creciente congestión del viario urbano y del agotamiento de la capacidad de acogida( de aparcamiento)de la ciudad central”

2) que la Línea 1 de Metro al Aljarafe y el Metrocentro “tienden a romper ese modelo”..”pero estas actuaciones, que suponen el inicio de un nuevo modelo, pueden no ser suficientes por sí mismas para cambiar las tendencias de un proceso que...aparece como claramente no viable a medio y largo plazo ”

3) y “que la capacidad viaria actual se encuentra agotada en todos los corredores”.
Y en la pág. 28 se afirma:

1) que el Ámbito Central de Sevilla( que en el actual PGOU engloba el Centro Histórico junto a la Cartuja, Triana, los Remedios y Nervión) “carece de capacidad para absorber la movilidad metropolitana e interna a medio plazo, si ésta se produce en vehículo privado”

2) y que “el impacto ambiental del modelo de transporte tendencial no es asumible desde criterios de sostenibilidad y compromisos ambientales internacionales”.
Y debe resaltarse que éstos diagnósticos del PLAN DE TRANSPORTES se hacían antes de que surgiese la idea de edificar la Torre y las otras que pudieran sucederle. Por ello la Torre en ejecución junto a otras posibles agravarán enormemente el problema del transporte en el oeste de Sevilla.

*****

Por las consideraciones expuestas se concluye que la decisión de ejecutar la Torre Cajasol, o Torre Pelli, carece de fundamentación en cuanto a criterios de funcionalidad en el transporte, en cuanto al crecimiento urbanístico que ha conformado a Sevilla por el oeste, en cuanto al tipo arquitectónico elegido y en cuanto a los valores e ideas de discursos más actualizados sobre la realidad de hoy. Por ello creemos que es una decisión arbitraria que obedece al interés particular de una entidad financiera, y que en éste caso nada favorece a los intereses generales de Sevilla. Y que está siendo presentada como un “acontecimiento cultural”, pero cuyo componente esencial es una “seducción” ante la gran altura que se ha impuesto en otros lugares, por diferentes causas y anteriores etapas de la primera “modernidad”. Y con indicios de contener una caprichosa voluntad por imitar la imagen de “rango” y “poder” de otras ciudades, así como encubrir una pérdida de identidad por alineamiento extenporáneo con una “modernidad” muy revisada desde hace décadas de la que, además, extrae argumentos muy simplificados.

Es por lo que consideramos que en ese lugar puede ejecutarse otro edificio de semejante finalidad pero cuyo planteamiento deje de estar contaminado por emulaciones de símbolos foráneos carentes de actualidad, y de manera que su menor altura y edificabilidad no impacten tan negativamente ni en la funcionalidad urbanística de Sevilla ni en su perspectiva arquitectónica y patrimonial.

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